Cada torneo de Premier Padel nos deja una infinidad de situaciones para analizar. Aunque la mayoría de los eventos se suceden de forma consecutiva, lo fascinante de este deporte es su capacidad para sorprendernos semana tras semana. Entonces, ¿qué conclusiones podemos extraer del Rotterdam P1?
Árbitros bajo la lupa
En cualquier evento deportivo, los árbitros están llamados a cumplir un rol fundamental: asegurar el correcto desarrollo del juego. No obstante, su protagonismo debería ser mínimo. El deporte es de los jugadores, no de los jueces. Sin embargo, en el pádel estamos viendo una pasividad arbitral que está generando preocupación entre los propios protagonistas.
En demasiadas ocasiones, son los jugadores quienes terminan autocorrigiendo decisiones clave del partido. Esto se debe, en parte, a la propia morfología del pádel, donde el compañero del sacador puede, por ejemplo, señalar si un servicio es bueno o malo, en caso de duda. Aunque estas situaciones aisladas pueden ser aceptables, lo que no es admisible es que recaiga constantemente sobre los jugadores la responsabilidad de juzgar jugadas como dobles toques, si una pelota ha tocado el cuerpo, o si una bola fue recuperada correctamente tras un remate.
El fair-play es una de las señas de identidad del pádel, pero no puede convertirse en una excusa para la falta de intervención arbitral. Un ejemplo claro de esta problemática lo vimos en los cuartos de final entre Yanguas, Tello y Belasteguín, donde una jugada polémica encendió el debate. Si bien es discutible si hubo o no contacto, lo inaceptable es que el VAR no cuente con tecnología resolutiva. Los árbitros tienen acceso a las mismas imágenes que los espectadores en sus casas, lo que deja en el aire decisiones clave.
Franco Stupaczuk, preguntado por Bárbara Vitantonio, expresó su frustración tras una jugada determinante en su partido. “No podemos autoarbitrarnos a 10.000 revoluciones”, fue lo que dejó entender Stupa, exigiendo cambios inmediatos en la manera en que se toman las decisiones. Por ahora, parece que la situación seguirá igual, aunque este es un circuito en pleno crecimiento y aún queda camino por recorrer. En World Padel Tour, por ejemplo, no fue hasta el último año cuando se incorporó la tecnología Foxtenn para aclarar decisiones dudosas.
¿Ansiedad?, ¿Autoexigencia?, ¿La presión del número 1?
En el plano estrictamente deportivo, una de las grandes incógnitas es la situación de Alejandro Galán. Tras una brillante primera mitad del año, el regreso de las vacaciones no ha sido nada positivo para el madrileño. Ya lo vimos en el Madrid P1, donde muchos achacaron su bajo rendimiento a la presión de jugar en casa.
Galán admitió, tras su primer partido en Rotterdam, que está lidiando con ansiedad y una autoexigencia que lo está afectando negativamente en la pista. Esa lucha por recuperar el número 1 lo está llevando al límite, y su falta de confianza es evidente. Él mismo lo reconoce: no está en su mejor momento de forma.
Lo más preocupante es que, mientras Galán y Chingotto luchan por volver a encontrar su juego, Tapia y Coello siguen imbatibles. Lejos de mantener su nivel, la mejor pareja del mundo ha conseguido mejorarlo. Desde su derrota en Génova, no han dado oportunidad a ninguno de sus rivales. Ni en Madrid ni en este Rotterdam P1 perdieron un solo set. Han aprovechado las vacaciones para seguir trabajando y el resultado es evidente en la pista.
Con el próximo P2 que reparte menos puntos, Chingotto y Galán tienen una última oportunidad para mantenerse en la pelea con el Paris Major. Pero si alguien es capaz de volver a revertir esta situación y volver a la senda del triunfo es el propio Alejandro Galán.
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