Hace escasos minutos, ha concluido la rueda de prensa de la PPA que se anunció ayer. Se ha desarrollado en una sala en La Ciudad de la Raqueta con decenas de medios cubriendo la comparecencia y los respectivos periodistas realizando sus oportunas preguntas. Vamos a explicar todo de manera cronológica y conglomerando los puntos más relevantes:
Apenas dos horas antes de la comparecencia, Premier Padel anunció que restaurará el formato de torneos de 2024, accediendo a una de las principales demandas de los jugadores.
Este cambio supone que los cuadros de los torneos P1 y P2 volverán a contar con el mismo número de parejas que el año pasado, y las cuatro primeras cabezas de serie disputarán la primera ronda.
En el escenario estuvieron presentes Álex Ruiz, Fede Chingotto, Martín Di Nenno, José García Diestro y el abogado de la PPA. Como presidente de la Asociación, Ruiz abrió la comparecencia con un discurso alineado con las exigencias de los jugadores.
El turno de preguntas se extendió más de lo esperado, con momentos en los que el mensaje parecía repetirse. Sin embargo, entre toda la retórica, se extrajeron varios puntos clave:
Estos dos últimos puntos no solo son los más críticos, sino que representan el núcleo del conflicto. Los jugadores han admitido abiertamente que no saben con certeza lo que firmaron en 2022, un contrato que firmaron a toda prisa debido a la demanda de 25 millones de euros que World Padel Tour tenía sobre ellos. Este desconocimiento explica el caos actual: ni la PPA ni Premier Padel tienen una versión unificada sobre algo tan fundamental como la obligatoriedad de disputar los torneos P2.
Según los propios jugadores, el contrato supera las 100 páginas y contiene cláusulas contradictorias, lo que ha derivado en un escenario donde nadie tiene claro cuáles son realmente los compromisos adquiridos. Sin embargo, en paralelo, la PPA exige mayor poder de decisión, lo que choca con la incertidumbre sobre lo que ya firmaron.
Pero el problema va mucho más allá de las condiciones contractuales. El verdadero punto de fricción y la mayor preocupación de los jugadores es el evidente conflicto de intereses dentro de la estructura de poder. Luigi Carraro, presidente de la FIP, también es vicepresidente de Premier Padel, lo que convierte a la Federación Internacional en juez y parte dentro del circuito.
Para la PPA, esto supone un desequilibrio absoluto en la toma de decisiones. La sensación dentro del vestuario es que, pase lo que pase, siempre será un “dos contra uno”. Premier Padel y la FIP alineados en una misma dirección, mientras que los jugadores quedan en una posición de desventaja sistemática.
Y con este escenario, la solución parece más lejana que nunca. Ambas partes insisten en que están dispuestas a negociar, pero nadie toma la iniciativa. El punto muerto en el que se encuentra el pádel profesional sigue sin una salida clara, y la guerra entre los jugadores y el circuito amenaza con extenderse mucho más allá de lo esperado.
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