Cuando se acaba un episodio brillante de la historia del deporte, rápidamente corremos a contarlo, como si ya añorásemos los amomentos que pasaron. Es defecto humano común no aplaudir y disfrutar del presente, tal vez por falta de contexto. Por eso nos hemos dado cuenta ahora y no antes de lo que han sido, son y serán Bela y Lima.
No han podido alcanzar la divinidad del Juan Martín y Bela, pero hubo un tiempo y no ha sido poco en que parecieron imbatibles. No cabía un gramo de intensidad en la pista ni había error tonto que se pudieran permitir. Pero las relaciones se deterioran, el deporte evoluciona y el hambre se va. Sin entrar a juzgar el motivo y los tiempos de esta separación sabemos que es histórica.
Fernando Belasteguín va a jugar sus últimos torneos (seguramente en su carrera) en la posición de revés. Fruto de lesiones, edad o cambios en la fisionomía del pádel, Bela se marcha a la derecha a dominar el tempo para otros. A construir el punto desde el campo de al lado. No le costará el rol, puesto que siempre ha jugado con un zurdo más definitivo que él a su lado, pero el pádel le entrará por otro lado, como cuando un mediocentro acaba su carrera de central. Se juega parecido pero no es igual.
No sabemos hasta cuándo, pero empieza la era Bela-Tapia (también parece Lima-Galán, pero estos todavía tienen historia que demostrar), así que disfrutemos.
Encendamos la tele para saborear y aplaudir a un tipo que, siéndolo todo, cambia para seguir creciendo y compitiendo. Háganlo rápido, apláudanle, démosle las gracias y disfrutemos de cuanto podamos ver. De esta temporada de Sanyo y Maxi, del crecimiento de Lebron y Paco, del esfuerzo por aguantar de Lamperti… Pero sobre todo de Bela. Aplaudan porque al mejor jugador de la historia ya le estamos empezando a echar de menos.
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