Si uno piensa en un drive diestro, el primero que se viene a la cabeza es Sanyo Gutiérrez. La leyenda argentina es uno de los mejores jugadores de la historia de este deporte. El de San Luís levanta pasiones por su talento, magia, juego y también por su forma de ser. Es uno de los profesionales más transparentes y sinceros, algo que en determinados momentos le ha podido jugar malas pasadas, pero que a los aficionados nos acerca mucho a lo que es el sentir de un jugador de este calibre.
La última temporada no ha sido fácil para Sanyo. Comenzó con Bela, pero rápidamente separaron sus caminos. Luego apostó por Momo, pero pese al excelente arranque, terminaron separándose. Y por último, jugó con su sobrino Agustín Gutiérrez para volver a encontrarse dentro de la pista. Ahora, afronta una temporada en la que tendrá como compañero a Paquito Navarro, tras haberlo anunciado el pasado mes de diciembre.
En Padel Addict hemos tenido la suerte de poder hablar con Sanyo y preguntarle sobre algunos de estos temas en la presentación de su pala, la Siux Diablo Revolution 3, que se celebró en la flagship de Padel Nuestro en Madrid.
Muy buenas. Han sido seis semanas de pretemporada muy duras, especialmente las dos del medio. He probado cosas nuevas junto a otro chico de San Luís llamado Toni Alcaraz, pero creo que me siento muy bien y que se está reflejando el trabajo en la pista.
Tengo muchas ganas. Más que nunca diría que no, porque siempre tengo ganas, pero sí con muchísima ilusión. Estoy jugando con el compañero que quiero y creo que a él le pasa lo mismo. Eso se refleja en los entrenamientos, que de momento son de una calidad altísima.
Sí. A nivel mental estoy trabajando con mi psicólogo algunos cambios. Quiero ser más demostrativo, más cariñoso, más cercano, tener más empatía con el compañero… Cosas que antes me costaban y que quiero cambiar para que el final de mi carrera sea diferente. Quiero tomarme todo de otra manera, disfrutar con mi compañero dentro y fuera de la pista. Antiguamente, jugaba con un compañero y no quedaba una amistad. Por ejemplo, a Agustín Tapia lo considero un amigo y con Paquito me gustaría algo así. Más allá de los resultados, quiero terminar después de dos, tres años y salir con una amistad para toda la vida.
Porque tenía ganas de volver a jugar con él. Es un jugador que se adapta muy bien a mi juego y creo que yo me adapto muy bien al suyo. Yo le elegí a él, él me eligió a mí y por suerte se dio.
Jugué dos años con Paquito y eso es algo que no mucha gente puede decir. Tampoco hay mucha gente que haya jugado dos años conmigo. Los dos tenemos un carácter fuerte, pero al final conseguimos grandes resultados cuando estuvimos juntos. Sí, tuvimos nuestras discusiones y nuestros roces, pero eso lo tienen todos. Quizás nosotros lo exponemos más, pero el tema es que la gente se queda con lo que se ve en cámaras y hay parejas que tienen más problemas que no se ven. A nosotros nos cuesta tener filtro en ese sentido. Yo si tengo que decir algo, lo digo aunque haya una cámara. Hay algunos que se aguantan y después en un vestuario son mucho peores que yo. Paco y yo somos más espontáneos y se nos pueden escapar cosas, pero en realidad somos como cualquier otra pareja.
Lo que veía la gente es lo que ocurre día a día con parejas a las que no les salen los resultados. Hay quien lo entendía y hay quien no. Eso pasa en todos los deportes que empiezan a ser muy visibles. Evidentemente, hay cosas en las que me pude haber equivocado y haberlas dicho de una manera que no tocaba, de ahí el cambio del que hablaba que quiero hacer. Todos los comentarios constructivos, me los quedo, pero aquel que opina sin tener ni idea de lo que está hablando, no le doy importancia. Quisiera ver a todos esos que critican sin ningún sentido cómo les va en el día a día.
Creo que nos faltó tiempo. Empezamos en medio de una temporada donde no había descansos, que son claves. Si las cosas van bien, seguimos trabajando para que sigan así. Cuando las cosas van mal, necesitamos tiempo para arreglarlo y ese tiempo no existía. Encima yo vivía en Alicante y él en Málaga, lo que hacía muy difícil entrenar juntos. Nos faltó una buena preparación. Empezó bien porque no nos conocía nadie y no sabían cómo jugarnos, pero cuando eso cambió, empezaron a llegar los malos resultados. Con Momo tengo una gran relación, me parece un gran chico y un gran jugador con el que no cuadraron las cosas por falta de tiempo.
Difícil y bonito. Difícil porque hay momentos que quieres decir cosas que te terminas callando porque es tu sobrino y seguro que a él le pasó lo mismo porque soy su tío. Pero al final, fue un sueño cumplido.
Muy orgulloso. Yo se lo dije a él, que le iba a dar todo lo que tenía para que fuera conmigo. Luché y di el 100%, faltó un pelín, pero se lo pusimos difícil a Lebrón y Galán. Fuimos pareja número dos de manera indiscutible y creo que salió muy preparado después de eso. Se dio cuenta de que estaba listo para tener un compañero de su edad. Durante un tiempo fue una esponja entre Juan Martín, Jardim, Lima y todos con los que jugó, porque aprovechó para coger de cada uno lo que le servía, pero conmigo fue con el que más títulos ganó y eso le valió para sentirse algo más ‘líder’.
Cada vez están mejor y más preparados. Yo me vine a España con 23 años y ahora salen chicos con 15. También tienen academias, como la mía, donde están 24 horas preparándose para jugar bien al pádel. Entonces, cada vez es más difícil competir contra ellos.
El juego rápido no es solo la pegada. Chingotto y Di Nenno son muy rápidos. Todo el mundo evoluciona y cada vez los jugadores son más atletas.
Sí y no. Todo deporte que avanza hacia la profesionalización tiene cambios y creo que el pádel en breve los va a necesitar. Yo propongo el de subir la verja de tres metros a los cuatro metros.
Se va perdiendo la esencia del pádel y se recuperaría un poco. Creo que jugar a dos tiros no es la esencia, algo que sí funciona en el tenis, que es un deporte de menos ‘rallies’ y muchos winners. El pádel consiste más en fabricar la jugada, pensar, usar los cambios de ritmo, engañar… si todo termina siendo potencia, al final se pierde lo que es el pádel. Si yo tiro un buen globo y de repente alguien como Arturo Coello la saca tres metros, se pierde ritmo de jugada. Si subimos la verja, ya tendría que pensárselo un poco más. Si la consigue sacar también por cuatro es perfecto porque se mantendría el juego fuera de la pista, pero ya lo tendría un poco más difícil. No digo que sea el gran cambio, pero puede hacer que el espectáculo sea algo más entretenido.
Todavía falta bastante. Me siento con muchas ganas, como he comentado con la pretemporada. Me siento mejor que nunca y espero que las lesiones me respeten.
Si las lesiones me respetan, llegará el retiro por lo mental y por una decisión de cambio de vida, pero lo veo lejos.
Vi una marca que evolucionó mucho y que me da muchísima seguridad. Me tratan como una estrella. No es lo que necesito, pero al final esa muestra de cariño y afinidad con la gente es algo que a mí me gusta y considero clave para una marca.
Primero que es hermosa. Hay que felicitar al que la diseñó, porque es verdaderamente bonita. Creo que van cada día evolucionando, que cada vez tiene más potencia, un buen equilibrio y un gran control, pero el gran cambio es el rugoso, que es lo que más afecta a mi juego. Me da mucha seguridad.
Muy cómoda. Hay palas de otros jugadores que tienen más potencia y son más difíciles, pero como la mía no tiene ese exceso de potencia, es mucho más adaptable a cualquier tipo de jugador.
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