Todos hemos tenido ese amor de la adolescencia tan idílico con el que hemos seguido soñando durante años. Algo así ha pasado con estos dos. Desde que se juntaron y fueron por primera vez los Superpibes, el destino no ha dejado de maquinar estrategias para volver a unirlos.
Aunque la suya no es una historia de amor como las que todavía recordamos de aquella época del instituto. Siendo sinceros, puede que a algunos nos haya pillado más mayores. La de estos maestros del pádel es diferente. Única, tal vez.
En esta no hay amor. O quizá sí, pero al menos no el tipo de amor con el que solemos fantasear, sino ese que se transmite de la moqueta azul a la grada, y viceversa. Ese que hace que agendemos la fecha en la que viene el circuito, en este caso Premier Padel, a nuestra ciudad para que ningún otro plan se nos interponga.
De cualquier modo, la de Martín Di Nenno y Franco Stupaczuk podría servir como argumento para una película. No sabemos exactamente de qué género, pero sería de esas en las que el público está deseando que los dos protagonistas se reencuentren y revivan todo lo que algún día dejaron a medias.
Así nacieron los Superpibes
Eso, en su caso, se remonta a 2007. Con tan solo 10 y 11 años, los entonces ‘Superpibitos’ ya empezaron a demostrar a todos que el pádel es mucho más que una conexión dentro de la pista. La amistad que forjaron fuera de ella les llevó a proclamarse campeones del Mundial de menores nada más juntar sus talentos, y también a convertirse en compañeros de piso.
De la mano fueron evolucionando hasta conseguir hacerse notar en el que es el objetivo de todo jugador. El nombre de los Superpibes, apodados así por el padre de Martín, empezó a sonar en World Padel Tour hasta que, en 2015, descubrieron el sabor del éxito con su primer título profesional en el Challenger de Barcelona. Tan caprichoso es el destino que una de las víctimas de ese doble 6-1 se llamaba Juan Lebrón.
No todo fue tan idílico, por supuesto. Hasta las mejores historias se encuentran con algún obstáculo, pero es que el que se cruzó entre la de estos dos fue cruel y radical. El prometedor camino que juntos estaban trazando se vio frenado en seco por un trágico accidente de coche de Di Nenno en 2016 que le obligó a alejarse del pádel y, por lo tanto, también de Stupa.
Segundas partes pueden ser muy buenas
Así se convirtió Martín en el personaje principal de un cuento de superación digno de narrar a cualquiera que necesite un chute de motivación para perseguir sus sueños. Volvió al pádel profesional y, además, lo hizo a su mejor nivel. Y también volvió con Franco. Los Superpibes anunciaron su regreso en 2023 dispuestos a acabar lo que 16 años atrás empezaron.
Sin embargo, los recuerdos son solo eso y, a veces, la realidad no es capaz de igualar las expectativas que estos nos habían generado. Al fin y al cabo, esos tiempos pasados no son más que viejos amigos que nos acompañan cada día hasta que, de repente y sin avisar, se esfuman y no vuelven a visitarnos.
También muchos aseguran que “segundas partes nunca fueron buenas” y, ahora, el pádel ha tenido la oportunidad de comprobarlo. La vuelta de los Superpibes sobre el 20×10, pese a este reciente final, ha demostrado a todos que, en contra de lo que más de uno piensa, algunas segundas partes sí pueden ser buenas, y muy buenas.
Martín, Franco y una inigualable regularidad: el trío del que se despide el pádel
Con esta separación que muchos esperábamos no volver a vivir, el pádel tiene bastante que lamentar y, por ende, también nosotros, los aficionados. El adiós a los Superpibes no solo es un adiós a la constancia, al trabajo y a una regularidad difícil de superar, todo esto reflejado, durante sus 36 torneos, en 7 títulos, 9 finales, 17 semifinales y tan solo dos veces eliminados en cuartos y una vez en dieciseisavos.
El adiós a los Superpibes también será la despedida a la imagen más valiosa que tenemos de dos amigos que disfrutan juntos, de ellos y del pádel, en cuanto ponen un pie en la pista. No ha habido ninguna pareja más experta que ellos en esto.
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Málaga será el último escenario de los Superpibes
Pese a ello, Martín, por su parte, seguirá demostrándonos que todos es posible, en el pádel y en la vida, esta vez con Lebrón en el revés. Mientras, Franco no dejará de levantarnos una y otra vez del asiento con su pegada en suspensión y Mike Yanguas será quien la vea más de cerca, concretamente desde su derecha. Pero esto no será hasta, como mínimo, el P2 de Finlandia.
Juntos conocieron el pádel, juntos disfrutaron de esa inigualable sensación de que un pabellón entero coree tu nombre y juntos remaron hasta estar entre los mejores de todo el circuito y luchar por el número uno.
Ahora, también juntos, intentarán que nos sea imposible olvidar el último baile de los Superpibes. Para qué mentir, la historia del ‘Turquito’ y el ‘Polaco’ no merece menos. ¡Que suene la música en Málaga!
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